La Transmutación del Orgasmo
La mayor parte del tiempo nuestro cerebro tiene que atender a multitud de acciones y pensamientos superpuestos que hacen tremendamente difícil mantener una mente enfocada y creativa.
Para conseguir esta mente con foco y en calma necesitamos producir ondas más lentas. La respiración, la relajación y la meditación ayudan a ello, aunque para conseguir un verdadero estado de atención creativa es necesario entrar en otro nivel de consciencia.
Entrenar la relajación, meditar y aprender a respirar conscientemente ayuda, algunas personas deciden experimentar con sustancias externas, nosotros proponemos utilizar el orgasmo de forma consciente para resetear nuestro cerebro y ampliar nuestra percepción.
El mero hecho de tener un orgasmo, y menos si este es genital, no garantiza acceder a un nivel superior de consciencia. Tampoco estoy diciendo que por cultivar la semilla sexual sin más se llega a la espiritualidad. El poder transformador no está en la propia energía sexual sino en su transmutación a través de la intención.
Durante el orgasmo nuestra mente se expande debido a la vibración que alcanza nuestro cuerpo al sobresaturarse los canales energéticos más sutiles que se encuentran alojados en la columna vertebral. Esto permite enfocar nuestra mente expandida en la creación de nuevas realidades. Aunque realmente, la mayoría de las personas están muy alejadas de este nivel de conciencia y se centran en el orgasmo genital desperdiciando la energía creadora, en lugar de enfocarse en el orgasmo energético y aprovechar esta energía para su propio beneficio.
La sabiduría ancestral explica cómo la energía sexual es una de las más poderosas, y cuando es dirigida a los centros superiores puede llevarnos a estados de iluminación y ampliación de la conciencia. El líquido sagrado tiene esta capacidad, por eso es importante cultivarlo. El semen, llamado “ojas” en el yoga no es sólo un fluido sexual, también es un lubricante para el cerebro y el sistema nervioso, cultivar el líquido sagrado tanto masculino como femenino facilita la regeneración celular y beneficia al sistema endocrino, nos regala más tiempo de vida.
El orgasmo no tiene porqué ser sinónimo de eyaculación, es justo su control lo que nos permite multiplicar la capacidad orgásmica y potenciar con ello nuestra energía creadora.
El derroche de la energía sexual puede generar apegos y desencantos si se mantiene únicamente en los planos más físicos. Lo sabemos muy bien porque a lo largo de la historia se ha utilizado el sexo para compensar otras carencias o para fines poco éticos, acabando incluso con muchos de los falsos iluminados.
Como buen veneno, en la dosis adecuada el sexo amplía la consciencia y facilita la sanación. El sexo consciente es tán poderoso que puede detonar emergencias espirituales si no se encauza bien, confundiéndose en ocasiones con procesos patológicos, por eso es importante tener un buen entrenamiento para saber encauzar adecuadamente estos estados expansivos.
Aunque se nos haga creer lo contrario el mundo está gobernado por las emociones y no por la razón. El sexo es la emoción más poderosa que poseemos las personas y se ha utilizado por las clases dominantes para someter al pueblo. Podemos poner como ejemplo cómo las castas dominantes prohibieron el Tantra para cercenar la iluminación de sus practicantes.
Las religiones y los gobiernos han relacionado el sexo con toda clase de males hasta conseguir consolidar un rosario de creencias que diezman la libertad de las personas. El sexo es un impulso natural y primario, condenarlo lleva a buscar su satisfacción de forma clandestina generando importantes conflictos psicológicos.
Es una buena manera de anular la personalidad y evitar la transmutación de la energía sexual. Esto suele llevar en los mejores casos a vivir con la sensación de suciedad, de pecado y de vergüenza, y en otros muchos a la adicción por la droga o por ostras actividades compulsivas.
La transmutación fusiona la emoción (el amor) con la acción (el sexo). Cuando hablo del amor no me refiero únicamente a la pareja, podemos amar también al otro en general, a la vida, a un sueño o a un objetivo.
Al trasmutar la energía sexual se esclarece el juicio, te quieres a ti mismo/a y consigues la motivación necesaria para cumplir cualquier tipo de desafío. Aumenta tu magnetismo personal y eres capaz de transmitirlo al otro con un simple apretón de manos, convenciendo con una mirada serena e ilusionante, seduciendo con una voz bien coloreada, contagiando energía desde un cuerpo grácil y enamorando únicamente a través de la intención.
El entrenamiento y la intención permite a cualquier persona transmutar el orgasmo, únicamente las creencias inoculadas con la leche templada y en cada biberón, como dice la canción de Serrat, limitan este poder.
¿Cuáles son tus creencias al respecto?
Es curioso observar cómo las creencias aprendidas convencen a la mente para que limite la acción del cuerpo.
¿Te has preguntado cómo es posible que la mayoría de las personas sintamos vergüenza de enseñar nuestro cuerpo, que ni siquiera muchas de ellas lo conozcan en profundidad y que otro gran número de hombres y mujeres no sea capaz de amarlo de una forma sana y natural?
Transmutar el orgasmo significa focalizar la intención para convergir la energía sexual en vital, en magnetismo, en amor, en placer, en libertad. Y sí, está íntimamente relacionada con el éxito de cualquier objetivo que nos propongamos en nuestra vida.
Éxito es atrevernos a mostrarnos como somos, por dentro y por fuera, desafiando el virus inoculado a través de las creencias que convierten lo natural en pecaminoso.